Como te contaba en mi post sobre las cosas que ver en Bruselas, ésta era la segunda vez que visitaba la capital belga. Así que una vez revisitado todo, mis padres y yo decidimos dedicar el último día de la escapada, así, de forma un poco espontánea, a realizar una visita a Amberes.
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Sobre Amberes
Amberes es una de las ciudades más pintorescas de la parte flamenca de Bélgica. Siempre había estado por algún rincón de mi memoria la frase de una antigua compañera de prácticas de que la estación de tren de Amberes es la estación más bonita que había visto jamás. Ademas, tengo un amigo que es de la zona, y siempre había tenido curiosidad por saber cómo era esta ciudad.
Así que para allá que me fui de excursión. Pese a que el día no acompañaba mucho, porque hacía muchísimo frío, la ciudad me pareció muy bonita. El centro histórico está lleno de edificios preciosos y al entrar en algunos de ellos te llevas sorpresas muy agradables.
Es el caso del centro comercial Stadtfestsaal, en el cual descubrimos una arquitectura y decoración interior que nada tiene que ver con su fachada, mucho más sobria. Se trata de un edificio de 1905, destinado a ser sala de fiestas en la época. En el 2000 un incendio lo destruyó y ahora se ha reconstruido, convirtiéndose en un bonito centro comercial.
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Pero no adelantemos acontecimientos.
Cómo llegar a Amberes
Amberes se sitúa al norte de Bélgica, casi en la frontera con los Países Bajos. En mi caso, tomé un tren desde Bruselas. Bruxelles-Central es la estación central de la capital y desde ahí salen todos los trenes a otras ciudades y países. Ese mismo día volábamos de vuelta a España y la conexión desde Amberes al aeropuerto también es muy buena. En unos 40 o 45 minutos se completa cualquiera de los dos trayectos.
La estación de tren
Llegar en tren a Amberes es la mejor de las experiencias. No puede haber mejor carta de presentación. Esto no es por el hecho de montar en tren, sino porque, como decía mi compañera, la estación de Amberes es de las más impresionantes que haya visto jamás. ¡Qué razón tenía!
Ese mármol, esas escaleras, esos detalles dorados, ese reloj… ¡Parece que estemos en un palacio real en lugar de una estación de tren! Así que sobra decir que toda ruta que se precie por Amberes, debe comenzar, terminar o pasar por la estación de tren.
Hacia el centro histórico
Desde la estación de tren de Amberes hay que seguir la calle de Keyserlei para llegar al centro. Al principio solo encontrarás restaurantes y tiendas, especialmente de diamantes, pues es algo muy típico de aquí. Es curioso que nunca había oído hablar de esta tradición de diamantes y que haya 1500 joyerías en un kilómetro cuadrado al lado de la estación. Qué locura, ¿no?
La verdad es que a mí las joyas no me van, así que aparte de llamarme la atención el tema de los diamantes, esta zona no me hizo especial entusiasmo. No es hasta el final de la calle que la cosa comienza a cambiar. Se empiezan a ver edificios más antiguos, adornados y con historia: nos acercamos al centro histórico.
La calle Meir es de esas que recorres mirando hacia arriba y acabas con tortícolis. Al fin y al cabo, los bajos son las tiendas de moda que encontramos en toda Europa, así que ¡mejor disfrutar de la arquitectura, que es única aquí! Es en esta calle donde se encuentra el centro comercial Stadtfestsaal que mencionaba antes, y al igual que éste, la mayoría de edificios son de principios del siglo XX.
El final de este tramo es bien visible, ya que nos topamos de frente con el edificio Boerentoren, que con sus casi 100 metros de altura es el rascacielos por excelencia de Amberes. De hecho, fue el primer rascacielos de Europa.
El centro histórico, el meollo de la visita a Amberes
Si bordeas el rascacielos hacia la izquierda, llegarás a la plaza Groenplaats desde la que adentrarte en el centro más auténtico. Desde aquí ya tienes una vista espectacular de costado de la Catedral de Amberes, que es la más grande de Bélgica.
Frente a la fachada principal de la Catedral, se encuentra una de las cosas que más me llamó la atención. Se trata de la estatua de Nello y Patrasche, los protagonistas de la novela ‘Un perro de Flandes' que encontraron un trágico final a sus vidas en esta Catedral (y así lo representa la estatua). No he leído la novela, pero parece que se hizo muy famosa en algunos países de Asia.
Siguiendo la ruta, el siguiente punto de la visita a Amberes es la Grote Markt (la Plaza del Gran Mercado). Aquí se encuentra el Ayuntamiento, entre otros edificios que datan de hace unos siglos. Cuando la visité era el 1 de mayo, así que había manifestación y la plaza estaba llena de puestos y hasta música en directo.
Y finalmente, dejándonos llevar entre callejuelas, llegamos al río Escalda (o Schelde). Allí, en sus orillas, se encuentra el edificio más antiguo de Amberes: el Castillo Steen. Siempre funcionó como fortaleza e incluso como prisión y museo naval. Hoy en día no sé muy bien qué usos tiene, ya que el día que lo visité estaba cerrado.
Para completar tu visita a Amberes (o para comenzarla), te recomiendo hacer un free tour. De esta manera conocerás bien la historia de la ciudad, los detalles de sus edificios y monumentos y todo a un precio económico.
A modo de curiosidad, tengo que añadir otro lugar en el recorrido por el centro de Amberes: el Bar Cabron. Como buenos españoles, no pasó desapercibido cuando pasamos por delante. Intuyo que, además, el dueño debe ser español por la placa de la fachada jeje.
¿Has estado alguna vez en Amberes? ¿Quizá no en Amberes pero en otras ciudades de Flandes que merecen mucho la pena? ¡Deja tu comentario para animar a otros lectores a viajar!