Ruta por Occitania: Carcassonne, Toulouse y Albí

Esta Semana Santa he decidido seguir conociendo el sur de Francia. Después de mi escapada de 2 días en Burdeos, ahora he realizado una ruta por Occitania. Probablemente este nombre no te suene mucho, pero si te hablo de Toulouse y Carcassonne, seguro que ya empiezas a ubicarlo (más o menos), ¿no?

Si aún así crees que hablo en chino, aquí va un poco de geografía y cultura 😛 .

¿Qué es la Occitania?

La Occitania es una región cultural (no política) del sur de Francia. Ocupa toda la zona meridional del país (Burdeos, Toulouse, Marsella, Niza, Narbona…), parte del Piamonte italiano y el Valle de Arán. Su capital hipotética sería Toulouse, por ser una de las ciudades más importantes de la región, y porque es uno de los lugares en los que más se está luchando por conservar los rasgos de esta cultura en desaparición.

Uno de estos rasgos es la lengua occitana, a medio camino entre el francés y el catalán. Es una lengua que prácticamente ha desaparecido, ya que solo el 1% de la población lo habla, pero las autoridades no quieren que caiga en el olvido. Por eso, todos los carteles indicativos de la zona de Toulouse y alrededores están en francés y en occitano: calles, explicaciones de monumentos…

Calles de Toulouse, Ruta por Occitania
Una de las calles del centro de Toulouse, en francés y en occitano

Otro de esos símbolos es la Cruz Occitana o Cruz del Languedoc. Es la bandera de la región: una cruz amarilla sobre fondo rojo, con 4 brazos terminados en tres puntas, y 12 bolas en cada punta, simbolizando las horas del día, los meses del año y los signos del zodiaco. Además de poder verla en los balcones de los edificios políticos, está representada en la Plaza del Capitolio de Toulouse.

Mi ruta por Occitania

La verdad que de todo esto no tenía ni idea antes del viaje. Además de haber aprendido sobre esta cultura, digamos silenciada u obviada, he descubierto lugares preciosos que no me esperaba.

En un principio mi escapada iba a ser a Carcassonne y Toulouse solamente. Las razones por las que elegí estos lugares fueron principalmente dos. La primera, que llevaba mucho tiempo con ganas de ir a Carcassonne (y ya que Toulouse está cerca, pues mataba dos pájaros de un tiro). La segunda, que los billetes de tren desde Barcelona eran relativamente baratos y el trayecto son unas 3 horas solamente.

Inicialmente Albí no estaba en el plan, pero los planes están para saltárselos, ¿verdad? Hubo gente que me habló de Albí, así que me hice una nota mental, pero no pensé que me fuese a dar tiempo. Solo cuando ya ví que con un día en Toulouse tenía suficiente, decidí irme hasta Albí a ver si era tan bonita como decían o no. ¡Y vaya si lo es!

Día 1: Carcassonne

Pero empecemos por el principio. Era jueves 13 de abril, estaba en la oficina y no veía el momento de salir para tomar el tren y llegar, por fin, a Carcassonne. ¡Llevaba tanto tiempo queriendo ir y por fin se acercaba el momento! Cuando llegué ya había anochecido, así que me fui a dar una vuelta por la ciudad para verla de noche.

Carcassonne de noche, ruta por Occitania
Subiendo a la ciudadela de Carcassonne de noche…

Todo estaba muy en calma, y el camino de subida hasta la ciudadela de Carcassonne parecía un decorado de una película de suspense, con farolas que proyectaban más sombras que luz. Pensé que sería la única con la idea de ir a fotografiar la ciudad a esas horas (sobre las 10 de la noche), ya que había poca gente y la poca que me cruzaba iba en contra mía. ¡Ilusa de mí!

Nada más cruzar la puerta de entrada a la ciudadela pude comprobar que no. Mucha gente paseando, más aún haciéndose fotos, otros tantos terminando sus cenas en los restaurantes típicos. Aún así, nada comparado con el día siguiente, cuando a plena luz del día no había rincón libre de turistas.

¿Cómo es Carcassonne?

La ciudadela de Carcassonne es como una ciudad dentro de la ciudad. La vista desde el Puente Viejo es espectacular por la magnitud del recinto. Una vez dentro, no es menos impresionante. Cada rincón es digno de foto, ya que todo está muy cuidado. Eso sí: está todo restauradísimo. Y eso, junto con todos los turistas, le quitan un poquito de autenticidad al lugar.

Murallas de Carcassonne
Parte de las murallas de Carcassonne. Entre las cosas que se pueden hacer, está el caminar entre ellas

Aún así, hay que ir a verlo. Pasear por la ciudadela es libre, a excepción de la entrada al castillo. Ésta cuesta 9€, lo que me pareció demasiado porque en sí el castillo no tiene nada más que un pequeño museo. Eso sí, las vistas desde allí son muy bonitas y esta entrada permite caminar por dos tramos de las murallas.

Hay muchas tiendas de souvenirs, de chocolates, de artesanías… y en todos los restaurantes el plato estrella es el cassoulet. El cassoulet es el plato tradicional del sur de Francia, que viene a ser como una fabada. En su versión básica, es un plato de alubias con carne de cerdo y/o pollo, y en la versión gourmet, trae también un muslo de pato. Cómo no, lo probé, y donde esté una buena fabada… que se quite el cassoulet 🙂 .

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Día 2: Toulouse

El viernes, tras visitar Carcassonne cogí un tren hasta Toulouse, a donde llegué al atardecer. Me dí una vuelta de reconocimiento por la ciudad y me acerqué hasta el río, desde donde se tiene una bonita vista de la puesta de sol.

Con este pequeño paseo pude comprobar que Toulouse tiene un aire diferente a otras ciudades francesas. Si hay algo que las caracteriza, o por lo menos a mí me lo parece, es su elegante construcción en piedra, con esos tejados de pizarra abuhardillados. Pero Toulouse no es así (y tampoco las otras ciudades que vi en mi ruta por Occitania).

Calle Taur, Toulouse
La Calle Taur, una de las más bonitas y representativas de la ciudad

La razón la conocí en un tour por la ciudad el sábado. En la región no hay canteras, pero sí tienen mucha arcilla del río Garona. De ahí que las construcciones sean en ladrillo. No solo las casas, sino también sus edificios principales: la Catedral, la Basílica de Sant Sernin (la mayor iglesia de estilo románico de Francia), la Basílica de los Jacobinos…

Por eso, todo el centro de Toulouse tiene una apariencia muy medieval, como si se hubiera detenido en el tiempo. Esto, y las particularidades y secretos de sus monumentos, me sorprendieron muy positivamente.

Día 3: Albí

Como ya me había pateado el centro de Toulouse, el domingo decidí tirar de mi nota mental y ampliar mi ruta por Occitania dándole una oportunidad a Albí. La verdad es que el comienzo de la excursión no fue idílico, ya que el sol que había en Toulouse se iba ocultando tras más y más nubes cuanto más se acercaba el tren a Albí. Además, llegué sobre las 12 del mediodía, y me encontré con que todos los monumentos cierran de 12 a 14 horas. ¡Luego dicen de los españoles y la siesta!

Pero como dicen, al mal tiempo, buena cara. Decidí dedicar sus dos horas de siesta a callejear y comer, y la cosa fue mejorando poco a poco. Me gustó mucho perderme por las callejuelas, ya que hay rincones muy bonitos. Por ejemplo, el Claustro de Saint-Salvi, el cual se conserva solo en parte, pero que se ha reconvertido en jardín abierto al público.

Claustro de Saint-Salvi, en Albí
Claustro-jardín de Saint-Salvi, uno de esos rincones bonitos de la ciudad

Por qué Albí gusta tanto

Las casas siguen el mismo patrón que en Toulouse (solo que más pequeñas): casas de ladrillo y madera, muy antiguas. La mayor parte del casco histórico se encuentra dentro de la «ciudad episcopal», o lo que es lo mismo: todo lo que se construyó alrededor de la Catedral y el Palacio de la Berbie, las joyas de la ciudad.

La primera es muy impresionante. Desde fuera parece muy austera, pero dentro sus frescos se conservan muy bien, con colores muy vivos en sus muros y columnas. El Palacio de la Berbie, por su parte, alberga hoy día el Museo de Toulouse Lautrec. Además de ver las obras del artista, que nació en Albí, se pueden visitar sus jardines, que ofrecen unas vistas maravillosas sobre el propio palacio y el río Tarn.

Vistas de Albí
La ciudad episcopal de Albí y el Puente Viejo, vistos desde el otro lado del río Tarn

Crucé el río para ver la vista de la ciudad desde el otro lado. Hay que decir que es muy bonita, pero casi que me quedo con la vista desde el Palacio de la Berbie. A todo esto, entre tanta visita, salió el sol y quedó una tarde espectacular. Me fui muy satisfecha de Albí y creo que fue todo un acierto dedicar un día a conocerla.

¿Cómo llegar a Occitania?

En mi caso viajé en tren desde Barcelona. Se tarda apenas tres horas hasta Carcassonne, por lo que es una opción muy buena y cómoda para llegar hasta esta zona. Si vives en otro lugar, seguramente te sea más sencillo volar o alquilar un coche. A la hora de buscar alojamiento, siempre confío en Booking, ya que tienen una gran oferta.

En los próximos días iré escribiendo más posts sobre mi ruta por Occitania. Hasta entonces, te invito a que dejes tu comentarios sobre esta entrada y las ciudades. ¿Has estado en ellas alguna vez? ¿Destacarías algún otro lugar de la región?

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