Burgos es una ciudad muy agradable para realizar una escapada. Buena comida, mucho tapeo e innumerables monumentos históricos se dan cita en una ciudad pequeña, pero muy viva.
El plan de visitar Burgos en diciembre surgió como algo un tanto surrealista. Tres amigos de diferentes regiones que necesitan un lugar de reencuentro. ¿Qué punto intermedio tenemos? ¡Burgos!
Bueno… Burgos en diciembre… ¿no hará un poco de frío? Estoy segura que el título de nuestro grupo de Whatsapp «Burgos tropical» ha invocado a algún dios o ha alineado los planetas, y es que salvo un momento en el que se puso a chispear, el tiempo se portó y nos regaló momentos como éste, con una luz preciosa al atardecer sobre la Catedral.

Amigos + reencuentro = ¡tapeo! La tradición castellana de vino + tapa o pincho al mediodía o al caer el sol en este sentido nos vino muy bien y pudimos probar cosas muy ricas. En general, todo el centro de Burgos está lleno de bares para tapear, pero algunas de las calles que recuerdo estaban repletas de locales eran la calle de San Lorenzo y la calle Sombrerería.

Pero no solo de rica comida y vinos se vive. Cuando uno visita Burgos debe hacer algo de turismo cultural también. En otras palabras: ir a Burgos y no ver la Catedral, debería considerarse delito. ¿Por qué?

En primer lugar, porque es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1984. Siguiendo por su espectacular cimborrio debajo del cual, por cierto, se encuentra la tumba del Cid y su esposa doña Jimena. Por su Capilla de los Condestables, donde están enterrados los mismos (ellos mandaron construir este lugar). Por su magnífica escalera dorada, que salva el desnivel entre el interior de la Catedral con la calle de Fernán González. Por su coro. Por sus numerosos retablos y relieves perfectamente adornados, los detalles en los techos y la piedra esculpida en cualquier rincón. Por la Biblia visigótica del año 960 que puede encontrarse en una de las capillas alrededor del claustro. Y si quieres una más, te digo que por el Papamoscas, una famosa figura que da las campanadas abriendo la boca (aunque a mi no me gustó y me pareció que desentona en esta Catedral).


Pero no todo en Burgos es su Catedral. Hay muchísimas iglesias repartidas por el centro y merece la pena entrar a verlas. La mayoría tienen horario de misas y de visitas (éstas son gratis, no así la Catedral que cuesta 7 euros), por lo que puede ocurrirte, como a nosotros, que al llegar se encuentren cerradas y debas volver más tarde.
No te puedes perder dar un paseo por la ribera del Arlanzón, desde donde disfrutar del Arco de Santa María. A pocos pasos se encuentra la Plaza Mayor, presidida por el Ayuntamiento y desde donde parten varias calles comerciales y de ocio (entre ellas, la calle de San Lorenzo, mencionada antes).

Para tener una vista panorámica de la ciudad puedes subir a la colina del castillo, donde hay un mirador. Para subir, hay unas escaleras desde la Iglesia de San Esteban. Por cierto, no sé si fue solamente ese día o si siempre es así, pero en este mirador hacía mucho viento.
El castillo abre solamente sábados, domingos y festivos, creo recordar, por lo que deberías tenerlo en cuenta si quieres entrar a visitarlo por dentro. Cuando nosotros subimos era lunes y estaba cerrado, así que no pudimos verlo.

En definitiva, una escapada a Burgos es un buen plan de fin de semana, ya que es una ciudad con mucho ambiente, buena gastronomía y mucha cultura. ¿Por qué no anotarlo en la agenda como un plan para este 2016? 🙂
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